Es el tercer libro de epigenética que leo (tras «No soy mi ADN», de Manel Esteller Badosa, y «La revolución epigenética», de Nessa Carey) y en este texto de Raúl Delgado-Morales y Carlos Romá-Mateo me he encontrado, como era de esperar, mucho «déjà vu, déjà entendu»: vuelven a aparecer los ejemplos de la hambruna invernal holandesa, la diferenciación celular a partir de un zigoto totipotente mediante marcas epigenéticas, la desactivación aleatoria de un cromosoma X en las células de las mujeres, la influencia de la alimentación con jalea real para que una larva de abeja se convierta en reina, etc.Pero, por fortuna, también me he encontrado con cosas nuevas que hasta ahora desconocía, como la influencia de factores ambientales en el cambio espontáneo de sexo en ejemplares de algunas especies de peces y anfibios, en función de la producción de la proteína aromatasa, cosa que depende de que su gen codificador se encuentre más o menos metilado.También hay influencia epigenética en el hermafroditismo secuencial que exhiben los peces payaso, una especie que vive en grupos en que sólo existe una hembra. Si ésta muere, uno de los machos de la población emprende una serie de cambios hormonales que hacen de él una hembra, asegurando de este modo la supervivencia del grupo.Y, en especial, la obra de Raúl Delgado-Morales y Carlos Romá-Mateo llama la atención sobre el sueño de una medicina personalizada, basada en un conocimiento lo más exhaustivo posible tanto del genoma como del epigenoma de un paciente. En lo que al epigenoma se refiere, se trata de rastrear las marcas epigenéticas que están correlacionadas con la patología de un individuo, y que son de tres clases: metilaciones anómalas o aberrantes del ADN, remodelación de la cromatina por el código de histonas y expresión de secuencias de ARN no codificantes.La medicina personalizada se alcanzará cuando se puedan usar con máxima precisión técnicas de edición genética y epigenética, como el CRISPR, descubierta en la década de 1990 por el microbiólogo español Francisco J. Martínez Mojica. Y, además de esto, se trata de saber cómo modificar las circunstancias ambientales que provocan alteraciones epigenéticas dañinas. O al contrario: promover entornos que afecten positivamente al epigenoma e incluso prevengan la aparición de enfermedades. Por ejemplo, es sabido que una elevada actividad intelectual crea una reserva cognitiva capaz de reducir la incidencia de una enfermedad neurodegenerativa como el alzhéimer.De modo que, por lo que a mí respecta, y a pesar de la redundancia, la lectura de este libro no ha sido tiempo perdido en absoluto.
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